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Corrupción: la otra guerra de Ucrania

Combatir la corrupción arraigada es crucial para las aspiraciones de Ucrania de ingresar en la UE y mantener el acceso a miles de millones de euros de ayuda occidental vital mientras la guerra sin cuartel de Rusia se recrudece.

Europa es el principal soporte económico para Ucrania. Desde 2022 la UE y sus miembros han proporcionado 85.000 millones de euros en apoyo económico a lo que habría que sumar los aportes del Reino Unido, Noruega y Suiza. La ayuda militar va aparte y suma otros 60.000 millones de euros. Todo este dinero ha conseguido estabilizar la economía ucraniana, cubrir sus presupuestos públicos y financiar la reconstrucción, pero su continuidad depende de un uso adecuado y transparente, cosa que no siempre sucede.

Recientemente ha estallado una crisis interna a cuenta de una Ley que reduce la autonomía de importantes agencias de control como la Oficina Nacional Anticorrupción. La aprobación de la ley provocó manifestaciones en Kiev y en las principales ciudades del país hace unas semanas, las primeras de relevancia desde que se produjo la invasión rusa. La Unión Europea protestó formalmente y avisó que habría consecuencias. Zelenski, sometido a presión interna y externa, se echó para atrás y sólo dos días después revocó la ley.

Todo ello sirve de advertencia sobre los peligros del clientelismo y el capitalismo rentista, toda una tradición en Ucrania desde su independencia en 1991. Al igual que sucede en Rusia, la corrupción en Ucrania estaba muy extendida, precisamente por eso la guerra se presentó como una ocasión única para romper ese círculo vicioso de élites privilegiadas que se benefician de su cercanía con el poder político.

Los programas de privatización y nacionalización están siendo objeto de mucho mayor escrutinio. Desde la invasión, el Estado ha intervenido en prácticamente todos los sectores de la economía y la prensa es relativamente libre para denunciar irregularidades. Un ejemplo reciente y muy ilustrativo es la privatización de United Mining and Chemical Company, el mayor productor europeo de titanio. Acusada de comercio ilegal con Rusia vía terceros países, se vendió a bajo precio en subasta única a una filial de Neqsol Holding, propiedad del azerí Nasib Hasanov. Se teme ahora que el titanio beneficie indirectamente a Rusia, dada las estrechas relaciones entre Azerbaiyán y Rusia. Estos escándalos, ampliamente cubiertos en prensa occidental, podrían secar la ayuda europea porque avivan las sospechas de malversación.

La única posibilidad de Ucrania para sobrevivir es reformarse y convertirse en una democracia liberal de estilo occidental. Esto sólo podrán conseguirlo acometiendo una serie de reformas fundamentales como la del sistema judicial. Para los reformistas locales repeler la invasión rusa y avanzar hacia una occidentalización completa que les permita entrar en la UE y en la OTAN es todo uno. Una oportunidad como esta no se les va a volver a presentar.

El historiador, escritor y divulgador Fernando Díaz Villanueva lo analiza en detalle desde su podcast La ContraCrónica.

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