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¿Por qué necesitamos soñar?

El caso de Kekulé ilustra una de las funciones más sugerentes de los sueños: permitir que el cerebro trabaje de forma más libre, sin las ataduras del razonamiento estricto.

Era 1865 cuando el químico alemán August Kekulé se enfrentaba a uno de los enigmas más desconcertantes de su tiempo: la estructura del benceno. Durante años, este compuesto había desafiado a los científicos más brillantes de Europa. Kekulé llevaba meses dándole vueltas al problema cuando, según relató después, tuvo un sueño peculiar. Vio una serpiente mordiéndose la cola, formando un círculo perfecto. Al despertar, esa imagen onírica le reveló la solución: el benceno tenía una estructura circular, no lineal como se pensaba hasta entonces. Este descubrimiento revolucionó la química orgánica y le valió un lugar en la historia de la ciencia.

El caso de Kekulé ilustra una de las funciones más sugerentes de los sueños: permitir que el cerebro trabaje de forma más libre, sin las ataduras del razonamiento estricto. Al relajarse los mecanismos de control lógico, se abre la puerta a conexiones insospechadas. Pero esa no es la única razón por la que soñamos. La ciencia ha propuesto otras funciones igual de relevantes y con impacto directo en nuestra vida diaria.

La principal teoría sobre la función de los sueños apunta a que actúan como un simulador de vida. Durante el sueño, el cerebro ensaya escenarios, tanto pasados como futuros, que le permiten ensayar respuestas emocionales y conductuales sin las consecuencias del mundo real. ¿Has tenido un sueño en el que huías de algo o te enfrentabas a una situación difícil? Es posible que tu cerebro estuviera reforzando las conexiones neuronales necesarias para afrontar el estrés o el peligro. Otros estudios sugieren que los sueños son cruciales para el aprendizaje y la memoria, ayudando a nuestro cerebro a filtrar la información irrelevante y a fijar los datos importantes del día.

También hay quienes defienden que los sueños cumplen una función de práctica social. En ellos representamos interacciones, conflictos o conversaciones con personas de nuestro entorno. Es un laboratorio íntimo donde el cerebro reproduce escenarios sociales que refuerzan nuestras habilidades para manejarnos en comunidad, anticipando emociones y reacciones.

Soñar, por tanto, no es un simple entretenimiento nocturno. Es una actividad con múltiples funciones, que va desde ayudarnos a encontrar soluciones creativas —como le ocurrió a Kekulé— hasta consolidar aprendizajes, prepararnos frente a amenazas o entrenar nuestra vida social.

Aunque todavía quedan misterios por resolver, en el podcast La Torre del Faro repasan la biología de los sueños, cuentan la fascinante historia de los grandes psiquiatras Sigmund Freud y Carl Jung e indagan en sus teorías sobre el inconsciente y lo que los sueños nos muestran de él.

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