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Santoalla. La historia real del crimen de As Bestas

La Galicia rural fue testigo de un crimen silenciado durante años. La historia de Santoalla muestra lo que ocurre cuando dos visiones de la vida se enfrentan.

Cuando Martin Verfondern y Margo Pool llegaron a Santoalla, pensaron que habían encontrado su paraíso. Una aldea perdida en el interior de Galicia, apenas cuatro casas de piedra desmoronadas, caminos de tierra, bosque cerrado y una sensación de libertad casi absoluta. Venían desde Holanda buscando una vida sencilla, autosuficiente, en contacto con la naturaleza. Y Santoalla, medio deshabitada, les pareció el lugar perfecto para empezar de nuevo.

No sabían que ese rincón olvidado también escondía una tensión antigua, casi tribal, y que ese paraíso, con el tiempo, se convertiría en una trampa.

Vivían allí desde mediados de los noventa, compartiendo el valle con una única familia gallega, los Rodríguez, ganaderos de toda la vida. Durante años convivieron sin cruzarse más de lo necesario, pero la hostilidad fue creciendo como crecen las cosas en los pueblos: despacio, en silencio, hasta que ya no se pueden disimular. Las disputas por el uso del monte, el acceso a caminos comunales y, sobre todo, una profunda desconfianza mutua fueron emponzoñando la relación.

Un día de enero de 2010, Martin desapareció. Salió en su coche y nunca regresó. Durante años no se supo nada de él. Su cuerpo no apareció hasta 2016, cuando se encontró su vehículo oculto en un barranco cercano. Dentro, los restos calcinados de Martin. El culpable, como se supo después, era uno de los hijos de los Rodríguez, que había disparado al holandés y escondido el cuerpo. El crimen quedó guardado seis años bajo tierra y bajo el peso de un silencio casi cómplice.

Pero esta historia no terminó ahí. Lo que ocurrió en Santoalla, aunque profundamente local, hablaba de algo más amplio: el choque entre el mundo que se va y el que intenta llegar. Ese conflicto larvado, áspero y rural, terminó por inspirar una de las películas más impactantes del cine español reciente: As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen.

Una película con alma de tragedia

En As Bestas, los protagonistas no son holandeses sino franceses. Tampoco viven en Santoalla, sino en una aldea ficticia gallega. Pero todo lo demás resuena con fuerza: la pareja extranjera que llega con la ilusión de una vida autosostenible; los vecinos que ven en ellos una amenaza o, al menos, un estorbo; las tensiones que crecen en cada cruce de caminos, cada palabra no dicha, cada mirada larga.

El director no copia los hechos, pero capta su esencia. La tensión se vuelve atmósfera, el conflicto se convierte en una lucha moral, física, existencial. Y lo que en los periódicos fue un crimen rural, en la pantalla es una tragedia griega.

Luis Zahera y Diego Anido, como los hermanos hostiles que cercan a los protagonistas, dan vida a una amenaza que no necesita armas: basta la tierra, la historia, el resentimiento acumulado durante generaciones.

Margo, la última habitante

Hoy, en Santoalla solo queda una persona: Margo Pool. Se quedó allí, sola, entre ruinas, entre recuerdos. Ha hablado poco, pero cuando lo ha hecho ha dejado claro que aún no entiende cómo se llegó a ese extremo. Ni por qué durante tantos años nadie habló, nadie dijo nada. Ni siquiera cuando era evidente que Martin no se había ido por su cuenta.

Tal vez lo más duro no fue el crimen, sino el silencio. La complicidad muda de una comunidad cerrada sobre sí misma, que prefirió mirar hacia otro lado.

¿Quién tiene derecho a quedarse?

El caso de Santoalla y la historia de As Bestas nos obligan a mirar de frente una pregunta incómoda: ¿puede alguien, por más buena voluntad que tenga, llegar a un lugar y hacerlo suyo? ¿Qué ocurre cuando dos maneras de entender el mundo —una basada en la tradición, otra en la utopía— se encuentran en un terreno tan íntimo como la tierra?

No hay respuestas fáciles. Ni héroes, ni villanos puros. Solo vidas marcadas por el miedo, el aislamiento, el deseo de pertenecer y, a veces, la imposibilidad de lograrlo.

Tal vez por eso la historia de Santoalla —y su eco en el cine— conmueve tanto. Porque habla de nosotros, de nuestros límites, de lo que estamos dispuestos a tolerar… y de lo que ocurre cuando alguien cruza esa línea invisible que separa al vecino del intruso.

Si quieres saber más sobre esta trágica historia, Miguel Ángel Espada, te lo cuenta de en este episodio de uno de los podcasts pioneros del True Crime en España, Crónica en Negro.

Conoce al podcaster

Crónica en Negro está dedicado a esas historias que con el paso del tiempo toman mas relevancia conforme aparecen más detalles de esos sucesos.

De la mano de Miguel Ángel Espada, un podcast de investigación y documentación en el cual se relatan los crímenes que han marcado a este país.

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